miércoles, 24 de septiembre de 2008

Los enfermos

Desde que llegué Martín no ha parado de hablar. Es un hombre con mucha energía, cosa que me sorprende ya que los tres estamos con los mismos tratamientos. ¿Ramírez? Parece que duerme o simplemente lo está ignorando. ¡Ah, ya viene Martín de nuevo!

-Psss, disculpe, ¿a qué hora es que le toca la radioterapia? La mía fue esta mañana y ahora estoy con unas diarreas… perdone que sea tan gráfico, pero usted sabe cómo es esto. Martín, ese es mi nombre. Ya se lo había dicho, ¿no? –se detiene por un momento y entonces reacciona con un tono de picardía–. ¡Avemaría! El banquete que se está perdiendo. Enfermera, necesito que me ayude a ir al baño. ¡Tengo una quemazón!

A juzgar por el celaje, su voz y su olor, la enfermera tiene que ser guapa. Escucho el movimiento de sábanas. Creo que el señor Ramírez está despertando.

-¿Se fue Martín?

-Está en el baño.

-Dios mío, ¡pero qué mucho habla! Apenas puedo descansar. No sé cómo usted lo aguanta –dijo.

-¿Qué no aguanta? –replica Martín mientras la enfermera lo ayuda a acostarse nuevamente.

-Mi ceguera. El Sr. Ramírez hablaba de mi ceguera.

-¡Ramírez! Un placer. Martín para servirle.

Al parecer el otro no le quiso responder.

-A éste yo creo que lo tienen endrogado, ya se durmió de nuevo –dijo en voz baja-. Sobre su ceguera no se preocupe, yo seré sus ojos. Vamo’a ver qué está pasando allá abajo. Voy a mover la cortina. Ya está. ¡Sendas mujeronas! Hay dos. Una morenaza en mini falda. ¡Arroz que carne hay! La otra es mayorcita pero se le puede meter mano. Escoja una. ¿Cuál quiere?

-Bueno, déme la joven. Ja ja… si me oye mi mujer.

-Pues me toca la vieja. Pero esa doñita se ve bien. Esta zona, siempre con tapón. ¡Coño, acaban de chocar dos guaguas! Está la gente molesta, porque ahora hay más tapón todavía. El conductor de una de las guaguas se está se está bajando… una mujer. ¡Tenía que ser! ¡Ja ja! Ahora bajando el moco, ah. El tipo está sequecito, lo que hace es mirarla de arriba’ bajo. A la verdad que la gente es bien presentá. Hay como quince pelagatos que quieren ver. Bendito sea el señor, sálganse del medio. El día es hermoso. Parece que afuera hace mucho calor.

-Y nosotros aquí en frío.

-Así es.

Después de todo Martín es gracioso, simpático y agradable; pero sobre todo sato.

-¡Titerón! Yo sé qué es lo que te gusta escuchar, ¿ah? Precisamente por ahí viene la enfermera que es un bombón.

-Compórtese Martín –le dice la joven-. Vamos, bájese los calzones, que le toca la inyección.

-Pero mamita, tráteme con delicadeza…

-Y para mí, ¿no hay inyección? Creo que también me toca. Ven, ayúdame con mis calzones.

-Enfermos –dijo el Sr. Ramírez.

No hay comentarios: