Te das cuenta de que estás “envejeciendo” cuando: 1) en el supermercado un
niño se tropieza contigo y la madre le dice “ten cuidado con la señora”
(¿señora? ¡soy una muchacha!); 2) ves los retratos vintage
de la boda de tus padres y eres, al menos, diez años mayor de lo que ellos eran
cuando se casaron y los jóvenes tras ellos son tus abuelos y; 3) quizás la más
notable (y el punto de este escrito) te sacan por techo en un-dos-por-trés y/o no entiendes las
estupideces de los ‘chamaquitos’ entre las edades de doce a veinte. Estos últimos en
Puerto Rico se hacen llamar “la generación de la pauta, el flow y el pikete” (exacto).
Esos pilas de mierda, que la mayoría todavía no saben ni limpiarse el culo,
están en todas partes. Son como una plaga, se reproducen solitos, como los gremlins. No importa la clase social. Puedes escuchar
una niña de colegio como una de barriada y tal vez las dos hablen y actúen
igual, en constante competencia por ver quién es más puta que quién. Aquí varios ejemplos, tomados de perfiles públicos de facebook.
Los varoncitos no se quedan atrás. Al igual que las nenas, se exponen al
mundo, publicando fotos personales, solicitando compañía, pareja, sexo, drogas
y lo que sea que les puedan ofrecer sin titubeo ni vergüenza alguna.
La mayoría
vive una doble (o triple) vida cibernética y entre ‘amigos’ se comparten
absolutamente todo. La siguiente es la mejor reproducción de una conversación entre
dos pendejitas de catorce años, a la hora de recreo. La primera aún no tenía ni
tetas.
—Chica, me
encanta Felipe. Tíratelo tú primero y me cuentas.
—Ok, mañana me lo
llevo al baño y al otro día te toca a ti.
—¡Eres
la mejor, te amo!
Yo las miré con cara de pena y ellas me miraron como queriendo decir “¡mira
esta bicha! Esto es normal”. Te das cuenta de que estás madurando cuando dices:
“en mis tiempos las cosas eran bien diferentes”. En parte es cierto. Y sí, casi
todos los adolescentes pasan por una especie de metamorfosis de niño bueno a
rebelde. Nunca he dicho que fui una santa. La diferencia: mi adolescencia fue
en carne y hueso en un mundo real, no de fantasía. Me explico. No me crié con iphones, ni facebook, ni twitter. Soy
de la época de los bípers y el nintendo. Los ‘jangueos’ eran en el mall o en la casa del vecino. Hablaba
con mis amigos de frente, viendo sus caras en vivo, no a través de mensajes de
texto. Iba a cumpleaños de ‘parties de marquesina’, no por notificaciones de facebook. Tenía, ¿qué? De diez a ocho
buenos amigos por mi personalidad, no por las fotos que publicara. Los
mamonsitos de hoy tienen mil, tres mil, cinco mil amigos cibernéticos que quizás
ni conocen en la vida real. Los padres, ajenos de todo, lo que hacen es
arraigar más los lazos tecnológicos, comprándoles el último modelo 10G para que
se callen la boca y no tener que lidiar con sus idioteces.
Para colmo, están ridiculizando el idioma español de forma oral y escrita: ‘de
Puerto Rico para el mundo’ (como dirían):
Estos escuincles se creen que se lo merecen todo y que tienen una vida por
delante (lo que todo el mundo te dice cuando tienes quince). La realidad: NO.
No existe tal vida por delante. He tenido compañeros de high school que por estar
jodiendo, hoy día no son nadie: algunos han muerto, otros son deambulantes,
tecatos, con enfermedades de transmisión sexual… y en el peor de los casos, con
30-35 años viviendo con mami y papi, trabajando de chivitos o en fast foods (que no está mal mientras
estás estudiando, pero la idea de la vida es que vayas superándote no
estancándote). Lo que estos niños no saben es que la fama pendeja de high school se desvanece tan pronto te
gradúas. El círculo karmático nos ha dicho siempre que las putillas que estaban
“bien buenas” terminan redondas y con una manada de hijos. Mientras que los bullies muertos, presos, o pagando
pensión alimenticia a diez niños con tres mujeres distintas.
Quiero finalizar señalando que NO todos los jóvenes de la presente
generación utilizan las redes sociales para autodestruirse, humillarse ni poner
en riesgo su propia reputación. NO todas las chicas se toman fotos y escriben “mira
que largo mi pelo” para que le vean el culo. No todos los nenes suben un video,
bailando reguetón como maricones (nada en contra de los homosexuales) ni se
toman fotos besándose con otro varoncito para que les den “like”. Mi consejo
es: disfruten la juventud (claro, por qué no) pero recuerden que el camino es
el trampolín a la madurez. Mejor prevenir que lamentar, alejándose de “la
pauta, el flow y el pikete” que por lo visto es igual o peor que estar en el
mundo de las drogas.
***
Real
Academia Española
pauta.
(Del lat. pacta, pl. de pactum, convenio, pacto).
1. f. Instrumento o aparato para rayar el papel blanco, a fin
de que al escribir no se tuerzan los renglones.
Flow = fluir
fluir.
(Del lat. fluĕre).
2. intr. Dicho de una
idea o de una palabra: Brotar con facilidad de la mente o de la boca.
¶
piquete.
(De pico1).
1. m. Golpe o herida de poca importancia hecha con un
instrumento agudo o punzante.
2. m. Agujero
pequeño que se hace en las ropas u otras cosas.
3. m. Jalón
pequeño.
4. m. Grupo poco
numeroso de soldados que se emplea en diferentes servicios extraordinarios.
5. m. Pequeño grupo de personas que exhibe pancartas con lemas, consignas
políticas, peticiones, etc.
6. m. Grupo de personas que pacífica o violentamente, intenta imponer o mantener
una consigna de huelga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario